lunes, diciembre 26, 2005

El día de los santos inocentes


Según cuenta el evangelio de San Mateo llegaron a Jerusalén unos Reyes que preguntaron por el futuro rey de Israel. Decían que vieron una estrella en el oriente y recordaron la profecía del Nuevo Testamento que decía:
"Cuando aparezca una nueva estrella en Israel, es que ha nacido un nuevo rey que reinará sobre todas las naciones" (Números 24, 17) Y por eso habían decidido ir a adorarlo.
A Herodes le asustó esa noticia. Era un hombre al que le gustaba ejercer el poder que ostentaba de una manera cruel. Así, no dudaba en matar a aquellos que creía que podían arrebatárselo. Asesinó a dos de sus mujeres y a varios de sus hijos. Y esta claro que la idea de que ese niño fuera muy poderoso, le hizo temer que lo iba a perder y quiso prevenir antes que lamentar.
Para saber donde nacería ese niño llamó a los especialistas en la Biblia – escribas y los Sumos Sacerdotes. Ellos le dijeron que en Belén dado que así lo profetizaba el profeta Miqueas: "Y tú, Belén, no eres la menor entre las ciudades de Judá, porque de ti saldrá el jefe que será el pastor de mi pueblo de Israel" (Miq. 5, 1).
El rey quería averiguar donde estaba, y así luego mandar a los soldados para que lo mataran. Intento convencer a los reyes que él también quería ir a adorar al niño. Y que para eso cuando lo encontraran debían decirle donde estaba para ir él.
Al salir de Jerusalén se volvieron a encontrar la estrella que les guió hasta el niño al cual dieron sus presentes (oro, incienso y mirra) y adoraron. En sueños recibieron un aviso de Dios para que no volvieran a Jerusalén.. Y de ese modo, Herodes no supo donde estaba el niño y eso le hizo montó en colera.
Y claro, como no sabía que niño era pues decidió matar a todos los niños menores de dos años para asegurarse que le mataba. El emperador Cesar Augusto decía con ironía que con Herodes era más peligroso ser Hijo (Huios) que cerdo (Hus). Y eso lo decía porque tenían prohibido comer carne de cerdo.
Y quizás también estaba prevista esta horrible y cruel matanza de esos inocentes. Así lo profetizó el profeta Jeremías: "Un griterío se oye en Ramá (cerca de Belén), es Raquel (la esposa de Israel) que llora a sus hijos, y no se quiere consolar, porque ya no existen" (Jer. 31, 15).
Un ángel avisó a Jose la noche anterior y de ese modo pudieron huir hacia Egipto, con lo que no lo encontraron cuando fueron a matarlo.
Cada año, el 28 de diciembre, la Iglesia conmemora ese cruel asesinato. Desde la Edad Media, entre los monaguillos y sacristanes se recordaba con cierto humor y bromas. En España, las inocentadas vieron la luz en la antigua urbe romana de Écija durante el reinado de Felipe II. También se dice que puede ser que unió el recuerdo de ese día con otra celebración de origen pagano llamada “Fiesta de los locos”, que también tenía lugar entre la Navidad y el Año Nuevoy con ello la interrupción de las celebraciones cristianas. La fiesta pagana fue ganando protagonismo a la celebración religiosa. En la actualidad se realizan mucho tipo de inocentadas, hasta en los medios de comunicación. Uno de los más típicos es poner un monigote de papel en la espalda de una víctima.

Poema de navidad


En esta Nochebuena
he jugado a ser ciego
por las calles ingenuas
de una ciudad de cuento.

Algodones de loto
desinfectan mi miedo.
Y, al batir de sus alas,
me levantan en vuelo.

Me perdí entre la gente.
Olí a sudor, a pueblo,
mecido por sus risas,
besado por su aliento.

¡Cómo se divertían
sus infantiles dedos
con la cometa torpe,
traviesa, de mi cuerpo!

Gorjean villancicos
unos niños, de lejos.
y el ángel de su guarda
le da, le da al pandero.

Me condujo hasta el parque,
a la fuente, al espliego.
¡Qué perfume de nanas
en el agua, en el viento!

Huele a sidra y a churros,
a chocolate, a sueño:
me dormía en la iglesia
entre plumas de incienso,

junto al vaho de musgo
de un belén boquiabierto.
Pero el Niño tirita
en las velas. Misterio:

se cansó de ser barro,
se aburrió de ser yeso,
y se sube a las lomas
de los próximos cerros.

Un Sol amanecido
incendia mis cabellos.
¡Y rosales de aura
florecen por mi cuerpo!

Pamplona. Navidad de 1983
Nicolás de la Carrera