Los tiempos van cambiando y la tecnología avanza dejando a un lado el romanticismo. Fue la década de los 60 la que vio nacer a los casetes.
Lejos queda ya la década de los ochenta, época dorada del casete. En esa época aparecieron los walkmans, la prehistoria de los actuales mp3. Fue toda una revolución poder ir escuchando música por la calle. Uno podía grabar su música y disfrutar de ella en cualquier sitio.
La música popular se logró expandir gracias al casete. Son muchos los grupos que se dieron a conocer gracias a un casete en las gasolineras españolas. El grupo Camela se dió a conocer por ese método.
La casete tenía sus peculiaridades. Parte de la cinta se podía salir al exterior. Con lo que había que hacer un bonito ejercicio de bricolaje casero. El instrumental... de lo más sofisticado... un boli. Y luego... pues... luego sólo quedaba enrollar poco a poco la cinta. Se podía romper, con lo que había que pegar las dos partes con una cinta adhesiva especial. Un remedio provisional para rescatar lo que tuviera ese casete. Aun que era algo antiguo, tenía una característica muy moderna. En caso de necesidad, las carcasas eran intercambiables. Las mejores eran las que iban con tornillos.
Ahora, después de tantos años de historia, los casetes parecen estar destinados a la desaparición. Curiosamente, sus antecesores los discos vinilos serán testigos de la misma. Las ventas no acompañan a este formato y ya se sabe que si algo no da dinero... pues no tiene mucho futuro. Y es una pena. Quizás ya no usemos los casetes pero es algo a lo que tenemos cierto cariño. Tantas y tantas horas de música han pasado por esas cintas magnéticas... En mi caso siempre me acordaré de las cintas de Hombres G ¿y tú?