Los problemas en el ordenador empiezan poco a poco. Al principio sufres algún reinicio esporádico y no le das ninguna importancia. Total, solamente se producen de forma aislada. No hay nada de que preocuparse. Pero, la cosa empieza a empeorar. Los reinicios son cada vez más frecuentes y hasta llega a aparecer la fatídica pantalla de la muerte de windows. La cosa pinta mal pero puede ir a peor. A mucho peor.
Lo descubres un día, en el que no puedes escuchar un vídeo en internet. Después de revisar que el volumen está en orden (no hay que descartar a veces estas pequeñas menudencias) Pero no, el volumen no es que esté mal. Es que no hay volumen porque no hay forma de verlo y es que no existe. No lo podemos encontrar en el ordenador. En este momento, podemos pensar que, simplemente reinstalando la tarjeta de sonido todo se arreglará. Craso error. En plena reinstalación... un reinicio. Y de repente, un simple reinicio rutinario se convierte en una auténtica y horripilante pesadilla. (bueno, quizás haya exagerado un poco en el tono, pero vamos fueron unos momentos bastante preocupantes) El ordenador no arranca y la cosa con el tiempo va empeorando.
En estos momentos, se agradece tener en casa un lugar donde rescatar algunos archivos del desastre. Y después de la operación rescate, viene la operación formateo. El ordenador revive, se puede entrar en él, pero a un alto precio: tener que volver a reestructurar de nuevo todo el equipo. Así que, pido perdón si tengo un poco desatendido el blog. Se ve que el ordenador estaba un poco celoso y quiso pedir un poco de atención. Procuraré escribir de igual modo mientras intentó volver a la normalidad a este pequeño gruñón que es mi ordenador.