Nos remontamos ahora al principio del imperio romano. El sistema era sencillo. Solamente necesitamos dos ruedas de carro y varios tablones. Uniéndolo todo logramos un cilindro. La energía pasa por el cuerpo de las víctimas, a las cuales se las ponía encima de la rueda mirando hacia el cielo. Se les ataba para que no salieran despedidas. Luego, solamente había que empujar y esperar a que la rueda dejara de rodar. La cabeza daba en el suelo cada vez que se producía un giro. La velocidad de giro no sería muy rápida pero la muerte si lo habría sido. Seguramente en el segundo giro la víctima ya habría muerto desnucada debido al fuerte golpe contra el suelo. La rueda tuvo muchas versiones. En algunas giraban a las víctimas sobre el fuego, en otras las estiraban hasta límites insospechados.