sábado, octubre 10, 2009

Las dos caras del trigo

Hay productos que son más peligrosos de lo que nos pensamos y que su tratamiento debe hacerse con las máximas garantías de seguridad. Yo no sé si alguno de vosotros os podáis esperar que uno de esos productos fuera el trigo. No es nada extraño que se den explosiones en silos de almacenamiento.
Las causantes son las partículas de polvo de trigo que se desprenden del salvado. Dichas partículas son más pequeñas que un grano de azúcar. Una simple chispa o un poco de electricidad estática pueden generar una explosión. Una forma de prevenir posibles desastres es impedir que existan fuentes de calor cerca.
Pasamos de trigo volando por los aires a un trigo que no tiene los pies, bueno mejor dicho las raíces en el suelo. Se trata de un nuevo tipo de cultivo que no precisa de suelo para desarrollarse y que necesita un 62% menos de agua. Las plantas se encuentran suspendidas en una cama aeropónica y el aire es rico en nutrientes suspendidos. El objetivo de este tipo de cultivos es intentar reducir la huella de carbono. Tiene la ventaja de que se puede sembrar los 365 del año.
Hay ya una concienciación con el tema de los plásticos. Se empiezan a elaborar bolsas y otros objetos con materias biodegradables. El trigo también está presente en esa investigación. Se trata de una mezcla de almidón de trigo y un polímero secundario (una resina que es biodegradable) Cuando se tiene el material se moldea con la forma requerida: por ejemplo una cubertería.
Hay una mejor alternativa para el conglomerado y se elabora a partir del tallo de trigo. Dicho tallo es su parte fibrosa. Una fibra muy dura y resistente que tiene una peculiaridad frente al agua. Cuando se moja, no se hincha tanto como el conglomerado. Para formar dicho material se mezcla con una resina para darle consistencia.