En Nueva York hay multitud de rincones que impresionan y sorprenden al viajero que llega a esta ciudad estadounidense: la estatua de la libertad, el edificio ChrysLer, la catedral de St. Patrick, el museo metropolitano de arte, el museo Guggenheim.... Pero también hay algún rincón de esta gran ciudad que son invisibles a los ojos de los visitantes. Uno de esos lugares es una abandonada estación de metro.
No es una estación de metro cualquiera ya que es propiedad de un hotel: el hotel Waldorf. Creo que es el único caso de hotel que posee una estación de metro propia. Tenía un cometido muy especial: era la estación de metro que usaba el presidente Roosevelt. Como es natural la estación estaba totalmente acondicionado para que él la usara.
El presidente Roosevelt se vio afectado por una poliomelitis que le impedía andar con normalidad. A pesar de estar impedido siempre quiso dar una sensación de normalidad. Algo que consiguió conduciendo su Ford. Era un coche especial ya que podía frenar, acelerar y cambiar de marcha con las manos. Cuando Roosvelt se hospedaba en el hotel iba en ese coche. No entraba como todo el mundo. Usaba la estación de metro del hotel metiendo su coche en un furgón de metro especial. Dicho furgón de metro tenía unas puertas especiales para que pudiera entrar el vehículo y unos ejes muy amplios para soportar su peso.
Así, Roosvelt podía llegar con su coche a esa estación de metro particular. Luego subía directamente al hotel usando un ascensor a medida que podía cargar varias toneladas. Esa estación y ese ascensor son una pequeña parte de la historia que está escondida a nuestros ojos.