sábado, enero 27, 2007

La balsa de las medusas II

Gericault-Medusa


Los marineros sufrieron los efectos del sol, la lluvia, el hambre y las enfermedades. Iban muriendo poco a poco y los que sobrevivian tenían que alimentarse comiendo a los que se morían. Dicho canibalismo, está reflejado en el cuadro en el hacha ensangrentada que podemos ver en la parte inferior derecha de la balsa. Fueron avistados por una fragata francesa pero decidió no recogerlos. Más tarde, un carguero encontró a pocos supervivientes (unos 15, de los cuales 5 morirían al tocar tierra.) y los llevó hasta Francia.

El cuadro representa el momento en que los marineros supervivientes avistan el carguero. El cuadro tiene dos protagonistas y cada uno de ellos forma un triángulo. Por un lado, están las velas de la balsa y por el otro los supervivientes. En este cuadro se conjugan la esperanza y la desesperación y también la vida y la muerte. Por una parte, vemos a unos cuantos hombres que agitan sus camisas al viento cuando divisan el carguero. Forman parte de uno de los vertices del triángulo. Siguiendo la línea diagonal inclinada vemos a varios de los supervivientes. Son sus brazos extendidos los que forman dicha línea. Al final de dicha línea, como contraposición a esperanza de los hombres que agitan sus camisas al viento, está la desesperación. Es un hombre que da la espalda a la esperanza. También tiene cierto aire de resignación. Está sosteniendo a su hijo muerto. Al lado de esa diagonal y en primer plano, estan desperdigados los cuerpos mutilados de los muertos. La vida enfrentada a la muerte.

Gericault decide romper con las reglas del clasicismo, aunque no todas. Siguió respetando las reglas de la composición. El cuadro tiene cierto aire propio de la época del romanticismo.

Es un cuadro que estuvo vetado al público durante dos años y que cuando fue expuesto causó una gran polémica. Es debido tanto al gran tamaño que tiene el cuadro (5 metros de altura y 7 metros de ancho), como a la minuciosidad con la que Gericault trató el tema. Intentó ser lo más fiel posible utilizando varios metodos de trabajo: se informó todo lo que pudo sobre los marineros (tanto de los muertos, como de los enfermos y de los locos). Para ello entrevistó a los supervivientes y visitó el hospital donde estaban los enfermos. Se llevó varios miembros de muertos del deposito de cadáveres y pintó cuerpos de criminales que habían sido guillotinados. Pidió que le hicieran una maqueta de la balsa a tamaño real que fuera todo lo realista posible. En ella utilizaba modelos de cera que podía mover.

Esta obra se puede disfrutar en el museo Louvre de París. ¿alguien la ha visto? ¿qué os parecido?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo sí disfruté con el cuadro.
No lo hice solo, aunque podría haberlo hecho. Con el neoclasicismo francés ocurre que o lo adoras o lo odias. La perfección técnica y el realismo unido a la evocación apasionada de los mitos une de forma peculiar trazos románticos y una visión accesible, formalmente inmediata. Es un cuadro que se bebe sin dolor, se siente de inmediato a través de su explicitud y eso seguramente no guste a los que buscan un acceso más evasivo a la conciencia, más revolucionaria.

Confieso que soy un romántico y no tolero el intelectualismo fláccido. Al tiempo soy un enamorado del erudito doliente. Pero una actitud distante hacia el estilo en un cuerpo frío... no me gusta.

En sí el mar es fascinante. Es de lo poco que aún causa terror y evoca un mundo desconocido al alcance de la mano, en este planeta desnudo de intimismo. Yo siempre he llorado la lejanía del mar, y he resoplado aliviado al estar rodeado de tierra. La galerna es para mí el símbolo de la locura y lo desconocido mientras que la balsa recoge el espíritu del hombre aterrado de sí mismo. Me ha fascinado que sea una mujer la que domine la escena. No es evidente inmediatamente. De hecho, balsa es masculino en frances (radeau). Pero no así la mar, la mer, en el paradójico papel de sostén de la esperanza y hacedora del terror. Es una figura obligada por el respeto al mito pero, al tiempo, no me parece casual. La mujer como báculo ante la locura y el desvarío. La mujer como aceptación de uno mismo. La mujer como esencia interior... ¿qué es la mujer aquí? ¿Carnalidad? ¿Maternidad? ¿Espiritualidad? La mar sostiene a los náufragos, los eleva al aire, hace que flote la balsa. Pero al tiempo es la causante de muy diversas reacciones. Esa ola, ¿es un luengo cabello o una risa malévola?

Un cuadro muy interesante y al tiempo evocador por su temática. Quizá el entorno imponente y aristocrático del Louvre lo hace más frío de lo que es, ya que su lugar es una sentina húmeda y rezumante, y su opacidad producto de una pátina fúngica y arremolinada. Para entenderlo hay que balancearse dentro de una hamaca mugrienta y manchada de grog. El aire debe mascarse... lo que ocurra en la bodega entre la mujer y el marinero, entre el hombre y la mar, es cosa suya.

Motime dijo...

Me ha gustado mucho tu comentario, me ha parecido muy interesante. Yo no habría podido describrir este cuadro como tu lo has hecho.
Muchas gracias por compartir tu opinión. Un saludo.