Pero volvamos a nuestro protagonista: uno de esos caballos. No conocemos su nombre, pero como era el caballo número 12 le llamaremos así: número 12. Era el caballo que lideraba el grupo. Se dirigían a apagar un fuego. Pasaron por una línea férrea y fue allí donde se le quedó atascado uno de sus cascos. El casco se rompió. No sabemos la razón que llevo al caballo a no pararse. Pudo seguir corriendo un kilómetro más, permitiendo a los bomberos llegar al lugar del incendio y salvar muchas vidas. Pero a cambio, él sacrificó su vida. Los bomberos tuvieron que sacrificarlo allí mismo para evitar que no sufriera. Para ellos fue algo duro, ya que los hombres cuidaban mucho a los caballos. Eran sus fieles compañeros de trabajo.
Uno de los bomberos recuperó el casco.Fue envuelto y guardado en la estación. En 1902 lo decidieron entregar al Instituto Smithsonian. Hoy en día sigue allí aunque la última vez que fue expuesto fue en 1983.